24 de mayo de 2006

Atrapa un duende

Nunca me han gustado los peluches, ni cuando era pequeña ni ahora. Sin embargo de niña sentía una fascinación especial por Mimosín, el osito de los anuncios. Porque Mimosín no era un peluche cualquiera: hablaba, cantaba "en los momentos feliceees...." y saltaba encima de montones de esponjosas toallas. Algo parecido me pasaba con Gizmo, el Gremlin bueno, que era como tener un peluche pero te cantaba aquella canción tan dulce dentro de su jaulita. No sé si os acordáis. El hecho es que pienso que nunca me han gustado los peluches porque al lado de Mimosín o Gizmo, su inanimación me deprimía un poco.

Algo similar me ha pasado más recientemente con los Pelochos de la información telefónica. ¡Es que son tan graciosos! Con ellos en mi habitación nunca me aburriría. Sería como Jennifer Connelly en "Labyrinth" y mantendría conversaciones absurdas con los Pelochinos, a los que daría galletas Fontaneda Diver para merendar (en ocasiones soy sádica).

Pero ahora me he olvidado de todos ellos. Sí, porque ahora emiten un anuncio de la ONCE en el que salen unos duendes de la suerte que me tienen enamorada. Y en el anuncio son miles, y corretean por todas partes, y tienen un cascabelín colgado del cuello y se supone que la gente los tiene que perseguir porque traen la fortuna al que los atrape.

Lo acabo de decidir: quiero un Duende de la Suerte.

19 de mayo de 2006

Sonríe

¿Por qué a la gente le cuesta tanto sonreír?...

A veces alguien me da los buenos días o las buenas tardes con una cara de perro que, la verdad, no sé si contestarles o salir corriendo. Por eso me gusta tanto despertarme al lado de S. y que siempre esté esperando ahí a que yo abra un ojo para darme los buenos días con una sonrisa. Y da igual que sean las 7 de la mañana, que lo primero que dice siempre es: "buenos días" y sonríe.

Y es que valoro mucho ese gesto. Tanto, que ahora que no está, no puedo comer galletas Fontaneda Diver porque me sonríen y me da pena. Es que tienen esa cara tan riquina que me da no sé qué el hincarles el diente y dejarlas ahí con un solo ojo (y luego sin nada), a las pobres.

Es que aparte de S., las Fontaneda Diver son las únicas que me sonríen.

14 de mayo de 2006

Mentirosa y criminal

Hay dos cosas en esta vida que yo nunca podré llegar a ser: mentirosa y criminal. En realidad, las dos están íntimamente relacionadas, en el sentido de que hay que agudizar los sentidos tanto para mentir bien como para cometer un crimen y quedar impune. Pero soy tan sumamente despistada que nunca podría hacer ni lo un ni lo otro.

A veces me pregunto cómo hacen los mentirosos para seguir adelante con una determinada farsa. En concreto, conozco a gente que me cuenta cosas y luego no tiene memoria y mete la pata de una manera espeluznante. Y yo nunca podría llegar a estar tan atenta como para saber a quién conté una u otra historia para seguir manteniendo lo mismo (sobre todo si no es verdad).

Además ya he comprobado que no sé mentir, porque los detalles se me escapan como un puñado de arena entre las manos, y donde dije digo digo Diego y al final no me acuerdo de las cosas y se me suele escapar la verdad, como es natural, y no la mentira. Así que bueno, mi gente puede estar tranquila conmigo, porque por consiguiente tampoco sería capaz nunca de cometer un crimen perfecto.

Y esto viene al caso de que soy una chunga y una mera aprendiz de mentirosa, que queda fatal las escasas veces que intenta "disfrazar" la realidad. Así que si me pillan me cae bien, por idiota.

Buenas noches.