31 de mayo de 2005

Quiero ser antisocial

Me dirijo a todos vosotros, aquellos que no concebís hacer un viaje, por muy corto que sea el trayecto; ni esperar un turno, por muy corta que sea la cola, y tenéis que importunar al de al lado con vuestras preguntas retóricas o, lo que es peor, con la historia de vuestra vida que, ciertamente, no interesa a nadie (al menos no a esta que suscribe).

No quiero escucharos. Quiero hacer este viaje en paz, de ahí que esté leyendo un libro, escuchando música o, simplemente, mirando el paisaje. O en su caso, si estoy esperando turno para la carnicería o para consultar con el médico de cabecera, os puedo prometer que me conformo con mis propios pensamientos y alguna que otra miradita al reloj. Así que os podéis ir quitando esa idea de la cabeza. No quiero conversaciones vacías.

A lo mejor resulta que me puedes pillar en un descuido, y levanto la mirada y se encuentra con la tuya, pero el que sonría no quiere decir que sea un blanco fácil, sólo es cortesía (piénsalo dos veces, por favor). Así que te lo repito: no me hagas preguntas, no me hables del tiempo, no me cuentes tu vida y, ante todo, no me interrogues.

Así que, plastas del mundo, dejadlo ya. Porque no hay nada mejor para el espíritu que ser antisocial...

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