Yo marco el minuto
"Y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa..."
El verano se esfumó en un suspiro. Ha pasado otro año; hemos cambiado de siglo, hace poco de milenio, y para colmo estoy a punto (más o menos) de cumplir 6 lustros, que es una forma muy fina de decirlo. Así que ya puedo ponerme a repetir esas cosas tan de vieja como 'el tiempo pasa volando' y tonterías por el estilo....
Pues no.
"Curioso elemento el tiempo..."
Resulta que no. Que es absolutamente mentira que el tiempo pase tan rápido. O no sé, quizás se trate de algo tan relativo que nos permite cambiar constantemente de idea. Ahora os estaréis riendo un poco de mi inteligencia suprema, ya que todo el mundo sabe que el tiempo es lo más relativo que hay. Y es verdad, pero hasta que no he comprobado en mis propias carnes la lentitud con la que pueden transcurrir las horas, minutos, segundos...no me he visto capacitada para afirmarlo con tanto convencimiento. Es decir,que aún teniendo presente la relatividad del tiempo, siempre he pensado que éste tendía a pasar más bien rápido que despacio. Pero nada más lejos de la realidad...
"Y no amanece..."
Una espera. Una noche de insomnio. Correr un kilómetro en cuatro minutos. Hay montones de situaciones en las que el tiempo puede correr más en contra que a favor nuestro. ¿Sabéis que si uno se fija lo suficiente en la manecilla larga del reloj, puede incluso ver cómo ésta, de cuando en cuando, corre en dirección contraria a la habitual?. ¿Que nunca habéis visto tal cosa? Pues yo sí. Sólo tenéis que concentraros y veréis como un minuto puede durar una eternidad si uno pone la suficiente atención. Eso sí, existe una condición, un precio que hay que pagar. Y es que el tiempo corre despacio sólo cuando estamos tristes, cuando nos encontramos ante una situación incómoda o incluso en momentos de auténtico sufrimiento.
Porque el tiempo es un auténtico cretino. Porque en el colmo de su crueldad, llega incluso a detenerse mientras se ríe de nosotros.
"...Y solo quiero que pase el tiempo..."
Al tiempo le gusta detenerse. ¿Nunca habéis experimentado una de esas situaciones en las que el reloj llega a quedarse quieto?. Ahora bien, suele tratarse de situaciones en las que uno lo último que desea es que eso ocurra. Por eso os digo que el tiempo es un cabrón, que sólo juega con la relatividad para hacernos la vida un poco más difícil y tal; como si con la propia vida tal y como es no tuviésemos suficiente, resulta que llega ese señor llamado Cronos y se ríe de nosotros, jugando con el dedo índice puesto en las manecillas porque no tiene otro modo con el que entretenerse. Y yo esperando que aprenda a jugar al mus.
No puedes dormir, y con los ojos inyectados en sangre y fijos en la luz digital de tu radio-despertador, sufres desesperado el paso de los minutos, de las horas... Y como Morfeo no viene, sólo deseas que Cronos no sea tan cruel contigo. Pero lo es.
Y también lo es cuando sabes que sólo el tiempo te puede curar de ciertos males y no acaba de pasar. Y viene el listo de turno y te dice: 'Todo se va a solucionar. Y si no, al tiempo'. La madre que te parió.
"Reloj, no marques las horas..."
Por todo esto no me extraña que el tío del bolero le pidiera por favor al reloj que no marcase las horas porque se le iba a ir la pinza. Pero este caso es el frontalmente opuesto, claro, porque el del bolero estaba tan pillado por su churri que quería aprovechar todo lo que pudiese con ella; así que venía el aburrido señor tiempo y con su dedito hacía todo lo contrario, es decir, aceleraba la manecilla para que no sólo corriera hacia delante, sino para que lo hiciera el doble de rápido de lo habitual. Para que el del bolero se jodiese (y se callase, de paso).
Y, desgraciadamente, esas situaciones también son de lo más comunes. Esas noches en las que lo estás pasando tan bien que cuando te das cuenta son las nueve de la mañana y no has dormido (pero en este caso tampoco lo necesitabas, you know). O ese verano del que os hablaba al principio, que resulta que duraba dos meses y ya acabó hace tanto, tanto que ni me acuerdo...
"El tiempo nos dará la razón..."
Por todo ello he llegado a la conclusión de que la solución idónea para llevarse bien con el tiempo es olvidarse de que existe. Y como no se entretiene con nada, al señor de la túnica que sostiene un reloj de arena le voy a conseguir una cita con esa señora del traje rojo que dice ser mi menstruación. A ver si así me deja en paz y consigo dormir por las noches, ser más paciente, o aguantar un minuto haciendo dominadas sin que toda mi vida pase por delante de mis ojos.
Así que a partir de ahora nada de mirar el reloj. A partir de ahora, yo marco el minuto.
3 comentarios:
Yo también uso la 39 y cuando busco un pantalón no lo encuentro y termino comprando una falda.
Tengo un par de vaqueros y 300 faldas en el armario.
Y qué caras están las medias!!!
saludos
Me ha encantado este articulo, sobre todo el titulo en honor a La Mala.
Luego esta aquel que cantaba lo de "nunca el tiempo es perdido...", no lo es siempre?
Y claro, tambien esta el hombre del tiempo, que no viene al caso, pero es que no me podia ir sin decir una gilipollez...
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