26 de diciembre de 2005

El abuelo Angel

El abuelo Angel nos solía contar un chiste que repetía a menudo (le fallaba un poco la memoria, al pobre):

"Esto era un señor que todos los días iba al mismo bar, se sentaba en la misma mesa y miraba las esquelas en el diario. El dueño del bar le observaba hacer todos los días lo mismo, llegaba y leía todas las esquelas, una por una. De repente, un día, el dueño comenta extrañado: ’Hoy que sale en una esquela este hijoputa no viene a leer el periódico’’.

Ayer, día de Navidad, al abuelo Angel le pasó lo mismo que al del chiste.

Descanse en paz.

11 de diciembre de 2005

Miss Scrooge

Ya llega la Navidad, felicidades a todos, tiempo de paz, todas esas cosas ya sabéis....

Pues no!!!

Las Navidades son una mierda. Estamos obligados a ser mejores, a estar siempre contentos (ho ho ho!), a ser felices como perdices y tal y pascual. Y eso no es así, señores...No voy a tener que ser yo la que les diga que hay que ser buenos todo el año y esos tópicos que no vienen a cuento, creo que de eso es consciente todo el mundo...

Entonces, ¿por qué ya empezamos a felicitarnos...? (me incluyo). Por qué ya estoy pensando en las personas a las que enviaré tarjetas de felicitación? Por qué mi hermano ya no para de repetir 'Bah, Lore, enróllate y pon el árbol, tía'...Y lo peor de todo es que, un año más, felicitaré a todo el que se me cruce por delante con una gran sonrisa (lo de Felices Fiestas todavía lo tolero, pero si hay algo que no soporto es ponerme el 'chip' de 'FelizAñoFelizAñoFelizAño' el día de año nuevo); volveré a enviar los Christmas de rigor (aunque sea por internet, que es el colmo del 'no glamour') y volveré a poner el árbol de Navidad (que ya estoy tardando, aunque esto último me gusta, no por lo que representa sino como motivo decorativo).

Y mi madre ya empieza a cebarnos con 'postres' navideños para engordar nuestros ya maltrechos cuerpos. Abro el armario y ya están ahí el turrón blando, las almendras rellenas y los polvorones riéndose de mí y de mi culo. Y lo peor de todo es que pienso sinceramente que lo mejor de la Navidad son los polvorones. Y los regalos, faltaría más.

Porque esa es otra. Todos esos anuncios del Corte Inglés y similares, deseándonos toda la felicidad del mundo con una desfachatez asombrosa. Porque les importa un bledo que seamos felices o no. Lo importante es que gastemos, gastemos y gastemos los euros. Por algo todos los centros comerciales van a abrir sus puertas todos los domingos de diciembre. Qué bien! Qué feliz soy! Qué alegría poder gastarme el dinero en regalos absurdos incluso en domingo!

Otra de las cosas que odio de la Navidad es al calvo de la Lotería. ¿Dónde se mete ese hombre el resto del año? Por qué no viene a desearnos suerte en los exámenes de Septiembre, o cuando nos sacamos una muela en Abril? O ya puestos, que pase por mi casa cuando guardo el resguardo de la Primitiva, y que me sople un poco de eso que sopla él en los anuncios. A ver si así dejo de estudiar y de trabajar y me marcho a las Islas Caimán, o algo así. Pero no, el calvo de la lotería y su vals-de-todos-los-años sólo aparecen en Navidad, maldita sea su estampa.

Así que si nos dejásemos llevar por lo que se supone representa la Navidad, nuestra vida sería de color rojo y dorado, vestiríamos todos de Gucci o de Lexington, y cenaríamos en día de Nochebuena rodeados de gente guapa con sonrisa perfecta, mientras nos miramos todos a los ojos, brindamos con Moët Chandon (de ese de color rosa que-es-lo-más). Y Feliz Navidad! Y Felices Fiestas y Próspero Año Nuevo!! (¿Alguien utiliza la palabra 'próspero' para otra cosa?).

Pero en realidad la Navidad, o al menos mi Navidad, es gente que grita, que juega al tute y no te dejan participar. Una noche en la que las mujeres de la familia se limitan a cocinar y a fumar en la cocina, mientras se echan las cartas para predecir el futuro. Eso las mujeres, porque servidora, que tiene 30 años, se tiene que limitar a 'jugar con las niñas' (que, en este caso, sí que son niñas). Así que me paso las Navidades escuchando 'me aburro' de la boca de niñas de 6 y 12 años. Que os jodan, yo también me aburro y estoy aquí. Pero claro, sonrío.

En mi Navidad nadie viste de verde, rojo y dorado. De hecho, la mayoría vestimos de chándal, o con ropa de estar por casa. Y tenemos el pelo grasiento de tanto cocinar y de tanto calor con tanta gente en casa.

Y la mayoría de las veces no sonreímos, ya que, o bien discutimos (politíca, trabajo, apuestas...ya sabéis, esas cosas tan apasionantes que unen a todas las familias) o bien a alguien le da por llorar porque se acuerda de ese que ya no está. Y en este caso realmente se pasa mal, porque es injusto que algunos ya no estén. Y más injusto que tengamos que echarles de menos mucho más en estas malditas fiestas.

Al día siguiente, día de Navidad, nadie se regala nada, ni aparecen paquetitos con lazos gigantes debajo del árbol...Porque el gordo de Papá Nöel nunca se ha acordado de nosotros, el maldito cabrón. Así que que le den mucho por ahí también. Que se pierda con el calvo de la lotería y que se hagan pareja de hecho, ya que son tan felices. Lo único que queda al día siguiente es algún plato lleno de cachos de turrón que nadie come, grasiento, decadente y poco atractivo. Como la propia Navidad.

Afortunadamente, siempre nos quedará la curda de Nochevieja y los regalos de Reyes (que estos, no sé por qué, sí que pasan por mi casa). Y lo mejor, sin duda, es que después de estas fechas vienen las rebajas de Enero, que ahí sí que mola gastar la pasta gansa.

Así que...¡¡Felices Borracheras y Resacoso Año Nuevo!! Os desea...

La Pitxi



¿Creíais que os lo iba a desear algún famoso? Pues para eso veis el anuncio de Freixenet de todos los años, que también, tiene delito...